"La crueldad consiste en descuajar por la sangre y hasta la sangre de dios, a la contingencia animal de la inconsciente bestialidad humana en todos y cualquier sitio donde se lo encuentre."

Antonin Artaud

martes, 20 de octubre de 2009

Tallerista


Justo debajo de esta foto, van un montón de explicaciones. Pero no las tengo. Lo que si tengo son las preguntas (no se como contestarlas).

Conocí a Andrea cuanto tenia 15 años. Íbamos juntos a un taller literario, en mi caso para distraer el tiempo, en el de ella porque realmente le gustaba la literatura. Me mostró quien era Cortazar, Tuñon, Eloy Martinez y tantísimos otros escritores argentinos. Andrea (o "Andre" que era como le gustaba que la llamaran), vivía en un edificio en la calle Las Heras y yo, que siempre iba al taller en bici, siempre le decía que la podía llevar en mi bici, que mi casa quedaba cerca de su casa (lo cual era una rotunda mentira), de su casa a mi casa había el doble de distancia que de mi casa al taller, pero estaba dispuesto a pedalear el triple por Andre (o Andrea). Se subía al caño de mi bici y nos aventurábamos a hacer equilibrio por las calles de Palermo, no nos dábamos cuenta lo peligroso que era viajar de esa manera, o quizá sí y eso nos divertía.
Pasamos 2 meses yendo en bicicleta, y mi esfuerzo era tal que llegaba cansado a casa y no quería hacer más nada. A veces nos metíamos en librerías y ella se compraba un libro pero después, cuando le preguntaba si lo había leído, me decía que no lo había leído. No le gustaba mucho leer y la verdad no se porque iba al taller.
A menudo se cruzaba con compañeras de la escuela y siempre, después, me hablaba mal de ellas. Como pueden vivir en un burbuja, me decía, como pueden pensar solo en donde pasaran su vacaciones y no en la pobreza del mundo. Como suele suceder Andrea odiaba a la gente que se le parecía.
Un jueves me invito a su casa, que era de las pocas (según recuerdo) que tenían guardia las 24 horas. Jorge se llamaba el guardia y siempre me decía "negrito" ya que no se acordaba de mi nombre.
Su casa era inmensa, muchas habitaciones, dos baños y una chica que ayudaba en lo que hacerse de la casa, Rosita.
Aquel jueves unos compañeros, de escuela, estaban en su casa y le hablan a Rosita con toda confianza. Rosita me preparas un té decía una chica de rulos (creo que se llamaba Julieta), y Julian le pedía un potecito de helado. Conversamos un rato entre todos y en un momento, alguien, preguntó que pedirían si pudieran pedir lo que sea. Recuerdo que todos contestamos trivialidades (Dinero, riqueza..,) pero Andre (quien quizá tenia eso) pidió algo, que realmente me llamo la atención, un Hipnotizador Personal cuyo labor consistía en dormirla durante los momentos aburridos de la vida: Viajes, esperas en el consultorio, esperas en las obras de teatro, etc.
Recuerdo haberme sorprendido de sobremanera, la cosa es que llegue a sentir por Andre(a) algo tan fuerte que si, en alguna de esas vueltas de la vida, me hubiera pedido que la lleve a Brazil le hubiera dicho "dale, subite a mi bici".
Decidí decirle lo que sentía por ella, que me gustaba, entonces montado a la bici (un dia que ella falto al taller) la fui a buscar a su casa. En la puerta me atendió el guardia, quien me dijo, mientras se llevaba la bombilla del mate a la boca, "Negrito!!! como estas? que haces por acá? buscas a andre no? Se fue, se fue con Julian, la verdad yo hubiera preferido que se valla con vos! pero así es la vida". Lo odie con el alma, pero luego pensé que era mejor enterarme por él (o quizá no) pero con algo tenia que safar mi amargura y esa era la única manera que se me ocurrio. Me monte a la bici y encaré para San Telmo. 
La vi una vez más, el ultimo día de taller literario. Enojado (por Julian) me prometí que no la llevaría a su casa en bici pero no pude estar de acuerdo conmigo mismo. Nos subimos y no podía creer que era la ultima vez que nos veríamos, el olor a shampoo de su cabeza me encegueció y para desviar el olor y concentrarme en mantener el equilibro trate de hablarle
-Es buena la idea del Hipnotizador Personal, por ejemplo ahora te dormiría hasta que lleguemos a tu casa. Luego te despertaría
-Es pésima la idea!!... estar con vos en la bici es buenísimo. SI me durmieras no podría disfrutar de esto.
Llegamos a su casa y yo iba a decirle que me gustaba que podíamos vernos, que quizá lo nuestro era más que un paseo en bici pero yo, enfermo de literatura, prefería la tristeza del perdedor.

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